Brighton 64 Vuelve uno de los mejores grupos de la nueva ola española de los ochenta, vertiente mod. Su nuevo disco, Esta vez va en serio (BCore, 2012) grabado un cuarto de siglo después de su disolución, corrige un gran crimen corporativo.
1. Lo dijo PP Arnold: el primer corte es el más profundo. En mi caso, el primer corte me lo arrearon los Brighton 64 en 1985, y jamás ha habido forma de cauterizarlo; por aquel estigma incorrupto se colarían luego el resto de discos que iban a salvar mi existencia. Pero los Brighton 64 fueron mi primer gran amor, el amor lelo del primer morreo, el amor que crees que va durar para siempre, el que termina pésimo, el que no se repite y, precisamente por eso, el que nunca olvidas.
Y ahora vuelven: los hermanos Gil (Albert y Ricky), Tino Peralbo y Jordi Fontich. El susto que me han pegado los Brighton 64 regresando con disco es parecido al que me pegaría alguna ex-novia chiflada plantándose mañana en mi puerta. Con un niño de la mano. Un niño con mi cara. Lo que quiero decir es que la gestión de este tipo de regresos no es una cosa fácil. Primero de todo: ¿Dónde estabais entonces, cuando tanto os necesité?
2. Era una pregunta retórica. Sé perfectamente dónde estaban: disueltos casi a la fuerza, los pobres. Brighton 64 son el clásico grupo pop martirizado por la industria. No cayeron por “desavenencias irreconciliables” ni porque se hubiese secado el pozo de su inspiración: el pérfido negocio musical introdujo un proverbial mango de escoba en las ruedas de su carrera.
Habían empezado hacia 1981 en el barrio de Sant Gervasi, Barcelona, y en siete años lograron legar dos elepés, dos maxis, un EP y seis singles. La suya fue la típica carrera abortada que va a dejarte con ganas de más durante el resto de tu vida, como la de Dexys o The Beat. Brighton 64 representan lo mejor del modismo 80’s: la frescura, el color, la juventud, la inocencia. Sus discos sonaban a 1986, no a 1966: era música moderna de la mejor. La primera etapa, hasta el LP Haz el amor (Twins, 1985), es pop tirante, oscuro y casi post-punk. Los hits de la época exhiben una madurez prematura (como “No volverán”, sobre los amigos perdidos) que les separa del resto de grupos pop. Todas esas canciones que tanto me emocionan son el sonido de mis quince años. Mi fortaleza.
Hacia 1986 llega el nuevo sonido de B64. Se añade el órgano Vox de Fontich y se escuchan ecos de The Fleshtones o The Barracudas. Desaparecen los trajes In the city y entran las pintas Jan & Dean: es una explosión juvenil. Su vibrante nueva ola de hojalata se torna allí fiable caldera de garaje, pop, surf y soul. Muchos lo consideran su mejor momento. EMI, de forma desconcertante, opta por archivar el segundo LP y lanzar el maxi La casa de la bomba (12”, EMI, 1986). Dejando de lado lo chapucero de la idea, lo que suena allí –en cuanto a calidad pop- es claramente superior a lo que publican Los Rebeldes o Loquillo durante la misma época. Injusticia #1.
El segundo álbum (El problema es la edad, EMI, 1987) luce un cancionero bien digno, pero acusa la ristra de traiciones mercantiles y decisiones idiotas que eran comunes en la industria 80’s, empezando con el uso de músicos de estudio y acabando con una portada más repugnante que el culo de un babuino cantando Radiohead. En 1988 el grupo, cansado y decaído, decide tirar la toalla. En su concierto catalán de despedida estoy yo, si se fijan: soy el pájaro de primera fila, el del traje marrón prieto, furúnculo en la nariz y patilla acaracolá. No lloro porque tengo diecisiete años, y a esa edad solo soy capaz de derramar lágrimas si alguien me pisa un testículo, pero la verdad es que es como para hacerlo. El mundo ha sido injusto con Brighton 64, y merecían haber llegado a más. Su abandono sabe a derrota, especialmente si uno observa al resto de birrias de su quinta que continúan triunfando. Nadie puede prever que en el año 2011 los Brighton sacarán un álbum. Y yo, menos que nadie.
3. Sin embargo, aquí están. Las pruebas son fehacientes: traen incluso nuevo disco bajo el brazo. Su tercero, veinticuatro años después. El espíritu del elepé aúna completismo y una perspectiva nada revivalista. Contiene canciones inéditas de todas las épocas cruciales de Brighton, grabadas hoy: su prehistórica versión de los Kinks “No puedo ir a dormir” de cuando ni les servían alcohol en bares; dos remarcables himnos juveniles que no entraron en Haz el amor (las míticas “Banderas blancas” y “El tesoro”); dos de garajeras que no llegaron a El problema es la edad (“El día que yo me muera” y “La noche sujeta mis pies”) y dos más de su etapa póstuma after-Brighton (ambas son, adecuadamente, cantos anti-nostalgia: “La magia en la calle” y “Los amantes del compás”). Y luego hay cinco temas nuevos, dos de ellos en catalán. ¿La sorpresa? Suena todo hermoso y moderno. No hay espacio para gazmoñería o ranciedad: los Brighton han hecho un disco para hoy, tan inspirado lírica y melódicamente como los de 1986. Esta vez va en serio les muestra maduros y contentos y, tanto si continúan como si no, huele a cumpleaños feliz. La sensación general es ineludible: se ha remediado una injusticia más gorda que la capitulación de Versalles.
En cuanto a mí, aún no sé si lograré vencer mi melancolía y acudir a uno de sus conciertos. Temo que sea como plantarme en la puerta de mi primera novia con un ramito de gladiolos. Extraño (eso para empezar), y seguro que termina en lágrimas. Kiko Amat
BRIGHTON 64
Esta vez va en serio
(BCore, 2012)
Conciertos de presentación
15/2/2013 Sala Sol – Madrid
22/2/2013 Music Hall – Barcelona
(Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura/S de La Vanguardia del 6 de febrero del 2013)